Más del 50% de las y los empleadas y empleados del sector público, sobre todo en la Administración local y en la autonómica, superan los 50 años.
Las Administraciones locales y autonómicas generaron bastante empleo público entre los años 2000 a 2008, hasta que con la crisis de aquel año se limitó por ley la reposición de efectivos, con la intención evidente de reducir el déficit. Debido a esto se ha producido un incremento exponencial del empleo temporal, bien con personal interino estructural o bien con personal subvencionado en los diferentes programas de empleo. Parches que no sirven para introducir mejoras estructurales y que además en muchas ocasiones rozan la ilegalidad.
Estamos ante dos problemáticas que van de la mano, las jubilaciones y el envejecimiento de la plantilla.
El envejecimiento de la plantilla no es en sí mismo un problema, salvo que por una mala gestión de este personal genere el ‘síndrome del empleado quemado’. Existe el talento de la experiencia y hay que ponerlo en valor.
Una empleada/o público veterana/o bien formada/o será siempre un doble valor por su experiencia y capacidad. Ello hará que puedan formar a empleadas y empleados nuevos e incluso que puedan reinventarse, bien por ocupar otros puestos más elevados o por una buena carrera profesional, si es que existe. La carrera profesional es una de las grandes carencias en la mayoría de las Administraciones, pero sobre todo en la Administración local.
Dicha carrera deberá siempre diseñarse y desarrollarse de la mano de la representación sindical.
En cuanto a las jubilaciones, estamos en un momento convulso con la problemática de la jubilación parcial anticipada y el Real Decreto 402/2025, de 27 de mayo, por el que se regula el procedimiento previo para determinar los supuestos en los que procede permitir anticipar la edad de jubilación en el sistema de la Seguridad Social mediante la aplicación de coeficientes reductores.
Lo cierto es que en la próxima década se van a jubilar más de un millón de empleados/as públicos. Qué hacer y cómo hacerlo será fundamental.
Es el momento de aprovechar las nuevas tecnologías como la inteligencia artificial, pero no para eliminar puestos de trabajo, todo lo contrario, para poder desarrollar más eficacia y eficiencia en la Administración.
La inteligencia artificial no debe tomarse como una amenaza, sino como una oportunidad. Es un buen momento para avanzar, porque esa inteligencia práctica, la de la experiencia y el sentido común, son esenciales en la moderna gestión pública, compleja por naturaleza y que se modifica constantemente dependiendo del arco parlamentario.
Desde la Federación de Servicios Públicos de UGT creemos en la intergeneracional, la unión de la experiencia con el nuevo talento es la combinación ganadora (experiencia-renovación y tecnología).