El síndrome post-vacacional, también llamado estrés o depresión postvacacional, es la ansiedad o presión emocional que se siente, tras un período vacacional largo, como consecuencia de tener que afrontar de nuevo las tareas profesionales.
El síndrome post-vacacional no es una enfermedad en sí misma, sino un proceso de adaptación a la vida laboral después de unas largas vacaciones, lo que, para la mayoría de las personas, suele resultar difícil.
La readaptación a la vida laboral después de las vacaciones incluye cambios de horarios, de obligaciones y de estilo de vida en su conjunto que suele generar molestias psicológicas y/o físicas en grados variables, dependiendo tanto de la persona, como el tipo de trabajo que realice.
Para la mayoría de las personas, estar de vacaciones se asocia generalmente a descanso, relax, paz, felicidad, interrupción de la vida cotidiana, aumento de las actividades de ocio y aumento general de la felicidad, por tanto, al romper interrumpir este descanso prolongado y tener que volver a la actividad laboral, es normal sentir cierta «depresión postvacacional» que es una reacción psicológica caracterizada por hastío y cansancio, desencanto, inhibición, tristeza, malestar general, ansiedad, fobia social, etc. En la mayoría de los casos es una sensación transitoria, aunque en algunos casos puede convertirse en algo más preocupante.
Estos casos se suelen dar en personas que tienen trabajos muy estresantes, bien por la propia actividad laboral o por las relaciones personales que se producen en el entorno laboral. En estos casos, la presión de la vuelta al trabajo puede llegar a ocasionar verdaderos cuadros de estrés agudo con todas las manifestaciones emocionales que lo caracterizan: malestar, ansiedad, depresión, disminución del rendimiento, palpitaciones, sudoración, aumento de las frecuencias respiratoria y cardíaca, temblores, cambios de humor, etc. Estos signos y síntomas de estrés los manifiestan con mayor frecuencia las mujeres, probablemente por desarrollar actividades en un entorno socio-familiar de mayor presión.
Si estos cambios adaptativos se perpetúan más allá de unos días, puede aparecer un verdadero síndrome de ansiedad generalizada o un llamado estrés crónico que manifestará una clínica específica y que puede requerir tratamiento específico, si se llega a esta situación lo mejor es consultar con un especialista.
Muy pocos casos de estrés postvacacional precisan de un abordaje profesional, ya sea médico o psicológico. Para superar las molestias derivadas de esta mala adaptación al cambio de vida desde las vacaciones a la vida laboral, se recomienda seguir algunas pautas, como:
• En primer lugar, programar el regreso a casa de manera anticipada y relajada. Hay que evitar volver de las vacaciones justo el día anterior a la vuelta al trabajo, sino que es recomendable volver un par de días antes, para prepararnos física y mentalmente para el retorno a la actividad laboral.
• Empezar de manera gradual con la intensidad del trabajo, de menos a más intensidad, intentando comenzar por las tareas más simples o más gratas.
• Plantear los problemas laborales del modo más simple y esencial posible.
• Seleccionar aquellas actividades que podemos llevar a cabo, y delegar aquellas para las que no estamos tan preparados en el momento actual.
• Al llegar al trabajo, no empezar la actividad de modo brusco e intenso, es bueno compartir las experiencias vacacionales con los compañeros y compañeras y así crear un buen ambiente de inicio laboral.
• Mantener reuniones relajadas de inicio de ciclo, para definir y detallar los objetivos para el período que se inicia, los medios y las expectativas del equipo.
• No empezar “llevándose el trabajo a casa”.
• Dormir adecuadamente, alrededor de las ocho horas.
• Mantener horarios regulares tanto durante el día como en las horas de acostarse y levantarse.
• Practicar ejercicio físico moderado diario.
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