La ministra de Educación y FP, Isabel Celaá, aseguraba hace pocos días que «en esa fase 2 se abrirán las Escuelas Infantiles, 0-3 y 3-6, con el fin de ayudar a los padres y madres en la conciliación de la vida laboral y familiar». El objetivo es que puedan usar este servicio las familias que o bien no puedan tele-trabajar o que no tengan flexibilidad horaria para conciliar.
Es precisamente este dato, el de la conciliación de la vida familiar y laboral el que, en buena medida, censuramos quienes nos dedicamos a la educación infantil; el hecho de que las cuestiones relacionadas con el trabajo sean las que determinen lo que va a pasar con la infancia, dejando a un lado los derechos de niñas y niños.
Rechazamos tajantemente esta propuesta del Gobierno y el hecho de que se utilice a las Escuelas Infantiles como un elemento imprescindible para la vuelta al trabajo de madres y padres.
Las Escuelas Infantiles no son “aparca niños”, forman parte de la primera etapa del sistema educativo junto con la Educación Infantil de 3 a 6 años. Con la apertura de las Escuelas Infantiles antes que finalice el Estado de Emergencia serían nuevamente discriminadas en relación al resto de etapas educativas. No olviden señoras y señores políticos que esto también es educativo, por eso desde que se decretara el cierre de los centros Escolares, los profesionales que en ellas trabajan han venido desarrollando, de manera telemática, una importante labor de acompañamiento, sostén y orientación a familias, niños y niñas con el fin de mantener vínculos necesarios con ellos y ellas, además de proporcionarles recursos para que mantengan desde casa esa vinculación con la Escuela. Se han invertido muchas horas de trabajo desde casa buscando canciones, cuentos, actividades motrices, talleres…, para compartir por todos los medios imaginables con las familias, además de complementar las programaciones y avanzar trabajo para que no les pille el toro cuando se produzca esa vuelta a las aulas. Tras casi dos meses de estar en sus casas, los niños y niñas necesitarían un periodo de adaptación similar al que se produce en septiembre, tras las vacaciones de verano.
Construir la confianza y los vínculos con las criaturas de 0-3 puede llevar varias semanas. Y esta relación se construye «cuerpo a cuerpo». Hay que destacar la importancia del contacto físico en estos periodos (aunque no sólo en estos) en los que niñas y niños entran en las Escuelas Infantiles. Y cómo, principalmente en el 0-3, las y los profesionales están expuestos constantemente a la saliva, los mocos o las lágrimas de las criaturas. Son momentos complicados en ese reencuentro tras las vacaciones en los que niñas y niños tienen crisis por la angustia que ocasiona la separación de sus amilias. En estas circunstancias la cercanía de las educadoras y educadores, así como de las madres y padres, juega un papel importante en la adaptación. Hay que acogerles, y no nos imaginamos que tengan que hacerlo con mascarilla o pantalla, entre otras cosas porque no les reconocerían, situación ésta que aumentaría la angustia de la separación, siempre presente en los periodos de adaptación.
En las actuales circunstancias la posibilidad de contagios en estos momentos de acogida entre educadoras y educadores, niños y familias está muy presente. En esa relación tan estrecha entre educadores y alumnos y, principalmente en las dificultades para retomar los vínculos que pueden tener algunos de los pequeños, puede ocurrir que los profesionales que han de volver al trabajo no son los de referencia del alumnado. Pueden darse casos de baja laboral, o personas que en este momento sean grupo de riesgo y no deban volver a las aulas. Dificultad añadida que no hace más que empeorar el proceso de la nueva adaptación a la Escuela. De ahí la preocupación por la SALUD, tanto la de los niños y niñas como la de sus familias, y por supuesto la de los educadores y educadoras y sus familias. Es imposible acoger a un bebé si no se hace desde los brazos de su madre o padre cuando lo llevan a la Escuela, no se puede pretender que los dejen en el suelo como un paquete, con la sensación de desamparo que sentirían. Los profesionales de las Escuelas Infantiles están expuestos al contagio cada vez que acogen a un niño o niña en la Escuela porque lo reciben con los brazos abiertos, literalmente, y lo hacen con cada uno de ellos varias veces al día. En ese momento desconocen el estado de salud de las personas que tienen enfrente con las que no pueden mantener esa distancia de seguridad de 2 metros que se repite hasta la saciedad como primera barrera de contención del COVID-19.
Y lo han estado haciendo así desde que se conoció, allá por el mes de Enero, que el virus COVID19 estaba entre nosotros. Lo hicieron además sin ningún tipo de protección y sin que nadie lo advirtiera, hasta el 13 de Marzo en que se ordenó el cierre de los centros escolares. Y ahora vayamos a los protocolos de incorporación que estos días están llegando a todos los Ayuntamientos desde las Mutuas. Creemos necesario explicar a los técnicos que los realizan que lo habitual en niños tan pequeños es que se lo lleven todo a la boca, es su manera de aprender. Además tienen la bonita costumbre de compartirlos con los demás niños y niñas. Se tendría que desinfectar cada objeto que ha estado en las manos o en la boca de un bebé después de que éste lo abandone. Y así innumerables veces teniendo en cuenta que hay 8 bebés en el aula. El trabajo en las Escuelas Infantiles además de educativo tiene mucho de asistencial porque entre las funciones de las educadoras y educadores está la de satisfacer en los niños y niñas sus necesidades de higiene, alimentación y descanso, pero de momento no está entre ellas la limpieza y desinfección
de las instalaciones. En principio porque se necesitaría formación precisa sobre cómo y cuándo utilizar productos desinfectantes, que por otra parte no están a su disposición sino que son de uso exclusivo del personal de limpieza que contrata cada Ayuntamiento. Y por otro lado dudamos que se pueda hacer en presencia de los niños y niñas, que llenan la Escuela durante más de 8 horas ininterrumpidamente, sin poner en peligro su integridad física y su salud. En cuanto a los otros dos niveles que componen la etapa queremos destacar que los niños y niñas de 1 y 2 años son extraordinariamente activos. Esa constante actividad les permite explorar y conocer todo lo que les rodea. También es su forma de aprender. La preocupación en este caso es cómo hacer entender a un niño de 1 año que tiene que mantener la distancia de seguridad de 2 metros con los demás compañeros y con las educadoras y educadores. También hay dudas sobre como consolarles o curarles cuando se caen, como sentarles en los inodoros cuando no alcanzan, como cambiarles los pañales cuando lo necesitan, como darles de comer sin aproximarse a ellos, como acostarles en las cunas o hamacas a dormir la siesta,…en definitiva, como tratarles con la calidad y calidez que se merecen. Y todo ello manteniendo la distancia de seguridad de 2 metros recomendada, porque se supone que a esa distancia no existe riesgo de contagio. Ni qué decir tiene que como no existe riesgo de contagio tampoco son necesarios los equipos de protección, porque así lo manifiestan en las guías y protocolos de las Mutuas en las que basan sus decisiones los responsables de Recursos Humanos. No nos vengan contando más tarde que se ha producido un contagio porque no se respetaron sus indicaciones imposibles de cumplir. Todo esto nos demuestra, una vez más, que no conocen nuestras Escuelas. No saben de qué clase de niños y niñas estamos hablando. Podrían esos técnicos haberse pasado algún día por una Escuela Infantil para valorar con objetividad los riesgos laborales que tiene ese trabajo. De nuevo, primero están las necesidades de la economía, del mundo adulto, frente a los derechos de la infancia. No se han planteado que las administraciones den ayudas económicas a las familias o flexibilización de horarios y fomento del teletrabajo. Simplemente usan las Escuelas como elemento fundamental frente a la crisis económica, de trabajo o de seguridad.
Otra duda que se nos plantea es si para tomar la decisión de la vuelta a las Escuelas también han consultado con las autoridades sanitarias, al menos con los pediatras de atención primaria que son los que habitualmente atienden a los niños y niñas. Ellos conocen muy bien el papel que juegan los más pequeños en los contagios de enfermedades víricas tan frecuentes en las Escuelas Infantiles. Desde FeSP-UGT exigimos que cuando se produzca la tan ansiada vuelta a las aulas de las Escuelas Infantiles se haga con un protocolo claro que ofrezca seguridad ante el contagio tanto a los profesionales como a las familias y sus hijos e hijas, y el incremento de ratio para el proximo curso de educadorespara poder facilitar la tarea de prevención de contagios de COVID-19. Por favor, ¡no los expongan más!