Durante estos últimos días hemos asistido al incremento de hectáreas ardidas en el noroeste de España, llevándose la región de Galicia y su provincia de Ourense la peor parte. Dicha provincia y la de Lugo han visto incrementar su masa forestal al abandono del mundo rural, y están siendo fuertemente afectadas por la continuidad de años de sequía. Sobre este hecho, y revisando los datos (AEMET), se puede observar como los efectos del Cambio Climático son cada vez más severos sobre las regiones de Galicia y Asturias, junto con las provincias de Castilla y León limítrofes, que registran datos pluviométricos alarmantes abocando a nuestras masas forestales a sequias cada vez más duras y drásticas, que las hacen muy vulnerables a los incendios.
LO QUE ESTAMOS VIVIENDO ES UN INFIERNO
“Todo nos hacía recordar a los dramáticos años 2012 y 2017”, cuenta Marcos Rodríguez, nuestro coordinador de bomberos forestales de FeSP-UGT en el territorio. A estas horas y a la espera de la tan deseada lluvia, aún permanecen activos 8 incendios forestales que mantienen a las y los bomberos forestales empleándose al 200%. Según las primeras estimaciones, durante esta ola de IIFF, han ardido cerca de 10.000 ha. a las cuales hay que destacar siete GIF (Grandes Incendios Forestales de más de 500 ha.) que cada vez son más virulentos e incontrolables. Todo ello
La acumulación de siniestros, las horas de trabajo frente al fuego y el terreno abrupto con duras pendientes del 60%, así como la inaccesibilidad que dificultan aún más la labor del personal, hacen que desde UGT interpelemos a mantenerse alerta y evitar los posibles sucesos con la prevención de riesgos laborales, puesto que hemos asistido a varios accidentes donde solo hay que lamentar daños materiales, y hasta dos casos donde los bomberos forestales han necesitado hospitalización, siendo el más grave un BBFF de la BRIF Laza con quemaduras de 2º Grado.
EVIDENCIAS QUE SE REPITEN AÑO TRAS AÑO
Una vez extinguidos los IIFF, aún quedan por realizar las labores de consolidación y restauración del terreno debido a las graves alteraciones en la estructura del suelo tras sufrir altas temperaturas. De no hacerse se corre el riesgo de importantes pérdidas de suelo por arrastres en zonas de pendiente y el consiguiente riesgo de contaminación de acuíferos y colmatación de cauces.
La Federación de empleadas y empleados de los Servicios Públicos, lleva años comunicando a las comunidades autónomas este hecho: la necesidad de planes de gestión forestal, ordenación del territorio y trabajar fuertemente en la prevención, todo ello con la estabilización de empleo dentro de las unidades de Bomberos Forestales, que lleven a cabo planes de defensa contra IIFF y hagan el trabajo preventivo y de restauración durante los meses invernales en vez ser despedidos, frenando a su vez la despoblación en el mundo rural.
Como se viene proponiendo desde UGT, mientras las administraciones no pongan los recursos suficientes para el cuidado y conservación de nuestros montes, además de homogeneizar al colectivo de Bomberos Forestales a nivel estatal, cada año estaremos ante una emergencia que va más allá de la climática, siendo ya una alarma social que no solo quema el monte, sino que rodea nuestros pueblos y ciudades, y sobre todo ponen en peligro a nuestro servicios de emergencia que participan en los incendios forestales.